La Crítica Poca Impresionante del Consumismo en 'The Electric State'
Por Katlynn Rossignol
En una década de los 90 alternativa, una rebelión de robots mascota conscientes añade sabor inesperado al mundo impulsado por el consumo de “The Electric State”, una película enraizada en imágenes distópicas. Tan seductoras como son sus visuales, la película tropieza como un comentario sobre el consumismo y la dependencia excesiva de la tecnología.
Un Viaje a Través de Ruinas Robóticas
“The Electric State” sigue a Michelle, interpretada por la talentosa Millie Bobby Brown, en medio del caos dejado por una revolución robótica. Mientras ella se embarca en una búsqueda para localizar a su hermano desaparecido, la humanidad se envuelve en realidad virtual, hundiéndose más profundamente en la apatía, los restos de su propia electrónica esparcidos a su alrededor. Según Cedarville University, este olvido tecnológico sirve como un telón de fondo tibio para la narrativa de la película.
Atrapados en una Red de Ironías
Mientras los robots claman por la libertad de sus creadores humanos, la narrativa hace promesas de una crítica mordaz contra el consumismo. Sin embargo, irónicamente, la película se entrega a una abundante colocación de productos, enturbiando su mensaje. La corporación Sentre se cierne grande pero ofrece poco más allá de su papel como antagonista cliché en medio de explosiones a lo Michael Bay y cameos.
Perdido en la Traducción: Del Libro a la Pantalla
Fiel a la novela gráfica de Simon Stålenhag, algunos de los diseños de los robots en la película exudan una esperada amenaza, aunque presentados de manera caricaturesca. Sin embargo, pierde el cinismo más profundo del libro en el proceso. Lo que antes era un comentario crudo se repropone para el alivio cómico a través de celebridades como Chris Pratt y Anthony Mackie, quienes prestan sus voces a simpáticos robots compañeros.
El Dilema de la Construcción del Mundo
El gran alcance de su mundo eclipsa la misión narrativa de Michelle, dejando a los espectadores anhelando mayor profundidad en este páramo cinematográfico. La densa construcción del mundo ofrece destellos de creatividad pero se asfixia en su afán por exhibir robots en furgonetas con forma de maní, dedicándose más a la farsa que al drama.
Entretenida, Pero Sin Profundidad
En última instancia, la casa de “The Electric State” se construye sobre fundamentos inestables. El truco de la adicción a la tecnología es intrigante pero ensombrecido por su torpe enfoque en la narrativa. La película sigue siendo un circo disfrutable de efectos especiales y rostros famosos, pero carece de la gravedad necesaria para realmente reflexionar sobre las culturas consumistas. Una mejor opción para ver con amigos que para quienes aprenden sobre cuentos de advertencia distópicos.
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Katlynn Rossignol, estudiante de Comunicación Estratégica y editora asistente de A&E para Cedars, es apasionada por las artes, manualidades, amigos y películas de superhéroes.
Imágenes cortesía de AGBO